Realmente no son las emociones ni la razón, va más allá. Necesitamos creer que fue razonable nuestra decisión de comprar para vernos inteligentes, aunque como vendedores llegamos al punto poético de intentar llegar al corazón con son sentimientos, que sí influyen, pero la realidad es que lo hacemos por instinto, que podría ir más ligado a los hechos. Sin darnos cuenta lo compramos porque vimos que alguien que admiramos lo usa. Un ejemplo, dejamos de consumirlo, porque un famoso jugador lo quito de la mesa.